Memoria

“A escondidas” tal y como reza el titulo nace con la intención de sacar a la luz, algo que normalmente transcurre en un mundo no siempre perceptible.

Tras rodar mi cortometraje “Cuando Corres”(2010) me quedé con la sensación y la necesidad de querer ir mas allá, de querer saber más y por supuesto de querer contar más.

Quería saber qué que le pasaba a aquel chico marroquí que llegaba asustado en los bajos de aquel camión. Quería conocer cómo era acogido por las autoridades. Dónde iba a vivir. Qué iba a estudiar. Y sobre, todo quería saber, conocer, y contar los sentimientos de un niño de 15 años, en un mundo inhóspito y hostil para él. Y es que cada inmigrante, cada chaval, trae una historia consigo. Trae una manera de ver y sentir el mundo. E Ibrahim trae la suya propia.

Por eso, “A escondidas” es una historia que va mucho mas allá de lo que a simple vista puede parecer. Es una historia que indaga dentro, allí donde el verdadero ser humano se esconde. Y es ahí a donde pretendía llegar. Porque detrás de cada drama, siempre hay una historia. Y esta historia se cuenta entre dos. Entre dos chavales. Uno marroquí. Y otro español. Ibrahim y Rafa. Dos chicos, que con 15 años, de repente, descubren que detrás de esa amistad que se han ido labrando, hay algo más. Descubren que sienten algo más. Algo que no pueden controlar. Que no quieren controlar. Y eso, además de humano, es bonito.

Porque el primer amor, el de verdad, tan solo se vive una vez. Ya seas heterosexual u homosexual, ya seas marroquí o español. Y ahí radica su valor. Que aunque a primera vista haya muchas cosas que nos separen, hay algo que nos une por igual. Los sentimientos. Todos sentimos. Y de eso no se libra nadie.

Y “A escondidas” habla precisamente de eso. De la igualdad de todos ante los sentimientos. De cómo da igual de dónde seas, que hayas hecho o qué es lo que pienses. Todos sentimos. Y por eso todo el mundo podrá sentirse identificado con esta historia. Porque los sentimientos, los puros, los de verdad: el amor, el dolor, la pena, la alegría,… todos esos… son iguales para todos sin distinción de raza o creencia. Para unos y para otros, para propios y extraños.

Ibrahim y Rafa sueñan. Buscan afectos. Ofrecen cariño. Quieren crecer… sí, quieren crecer y lo harán como lo hacen el resto de chavales de su edad. Descubriéndose. Y en ese camino, se encontrarán con que la vida además de momentos difíciles, ofrece situaciones desconocidas, que nos salen desde dentro, a las que a veces no sabemos qué nombre poner, pero que siempre, siempre, nos emocionan.

Gracias a las diversas ayudas que ha recibido, tanto del ICAA (guión, desarrollo y producción) como del Gobierno Vasco o del programa MEDIA, lo que hace varios años era un proyecto, hoy por fin es una realidad.

Una de las cuestiones que me planteé al escribir esta historia, era la manera de estructurarla. Tenía la historia clara. Sabía qué quería contar. Dónde comenzar y dónde finalizar. Pero quería algo más. Quería que el espectador al ver esta historia, sintiera la misma sensación de inquietud y desorientación que sienten los propios personajes.

Ibrahim y Rafa están completamente perdidos. El primero está en un país extraño, viviendo en una situación nada agradable y además de la noche a la mañana le dicen que le van a expulsar. Cae en manos de una red de delincuentes. Y no sabe muy bien a dónde ir, ni qué hacer. Y por si esto fuera poco, empieza a sentir cosas que no sabe explicar. Hay un chico del mismo sexo y de una cultura diferente al que se siente atraído. Y en esto no tiene modelos. No ha conocido a nadie al que le haya pasado lo mismo, no sabe con quien compararse para explicar lo que le ocurre. Solo siente, siente y siente… algo que hasta entonces no había sentido.

Rafa, está igual de perdido. No sabe muy bien para donde tirar. En un lado está su vida, sus cosas de siempre, sus amigos, su familia, y al igual que a Ibrahim hay algo que le desconcierta pero que le atrae. Nunca le había pasado nada parecido, no sabe a quién preguntar, tampoco conoce a nadie con quien compartir sus dudas, sólo sabe de sentimientos y de lo que Ibrahim le sugiere.

Ambos se encuentran completamente perdidos. Y esa era la principal sensación que tenía que percibir el espectador. Y por eso, al principio, uno no sabe muy bien dónde está. La historia salta de un tiempo presente, a uno futuro, y a uno pasado continuamente, sin dejar respirar al espectador, creando una sensación de estar completamente perdido. Poco a poco las piezas van encajando, hasta llegar a un final más estructurado y comprensible.

El titulo “A escondidas” tiene mucho más significado que del que a primera vista suscita. Y es que en esta historia, no solo actúan “A escondidas” Ibrahim y Rafa, ocultando sus sentimientos. También lo hacen el resto.
Lo hacen nuestros antagonistas: Youssef, Mohammed y el resto del grupo. Unos chicos que llegaron en las mismas circunstancias que lo hizo Ibrahim, pero que por diversas cuestiones, se han visto relegados a la oscuridad. La sociedad no les quiere y ellos responden a eso sacando pecho, y actuando al margen de la ley. Actúan dónde nadie les ve, o dónde nadie les quiere ver. Roban, trapichean, asaltan… y todo lo hacen “ a escondidas”.

Y es que en esta sociedad, todo aquello que se sale de lo convencional, de lo estipulado, de lo normativo… no gusta. Y queremos taparlo como sea. Para que no nos haga daño. Para que no nos estorbe. Y es ahí, en ese rincón, donde dejamos nuestros miedos… donde nace “A escondidas”.

Si eres inmigrante, todos te recomiendan que no llames mucho la atención, que no destaques, porque si lo haces, eso no va a gustar, y entonces tu futuro en el país estará más que negro. Si eres inmigrante lo que la sociedad espera de tí, es que hagas el trabajo sucio y desaparezcas, y cuanto menos sepan, más tranquilos y felices vivirán ellos.

Si eres homosexual la premisa, es la misma. Haz lo que quieras pero nunca de cara a fuera. Nunca llames la atención, no muestres tus sentimientos en público, no sea que ofendas al alguien. No se te ocurra besarte con otro chico en la calle. Te dejamos hacerlo, sí, pero en tu intimidad.

Y es así como viven nuestros protagonistas ocultando en todo momento sus vidas a los demás. Tratando de no llamar la atención en exceso. Intentando disimular lo que sienten. Y sobre todo, viviendo al margen de los demás: “A escondidas”.